"Ella nunca salió del área del Templo, adorando noche y dia con sus ayunos y oraciones. En el mismo momento en que Simeón estaba orando, ella apareció, rompió en un himno de alabanza a Dios, y habló del niño a todos los que esperaban expectantes la liberación de Jerusalén" LUCAS 2: 37-38

Las últimas 24 horas han sido una locura. ¡Tenemos un hijo!" ¡¿Un qué?! El mensaje de texto de mi amigo llegó y me tomó completamente desprevenido. Solo 7 días antes, ella y yo compartimos durante el almuerzo sobre la infertilidad, las opciones y el plan de Dios. Su corazón era honrar a Dios con su deseo de ser madre. Ella y su esposo fueron bendecidos con una hija 7 años antes, pero tuvieron infertilidad inexplicable desde entonces. Completaron el estudio en el hogar para la adopción y se reunieron con un médico para explorar opciones médicas. Su dolor era hacer crecer a su familia, pero cada camino se sentía como un callejón sin salida. Pero Dios...

Ese día, una semana antes, incluso mientras estábamos sentados a compar-tiendo, llorando y orando en el almuerzo, un pequeño bebé estaba naciendo en una situación en la que necesitaría una familia. ¡Dios tenía preparado al único! En un instante, su familia se había convertido en la persona por la que oraban tan desesperadamente. Se firmaron los documentos de adopción. Dios respondió sus oraciones tan rápidamente, y no pude entender por qué eso me hizo llorar incontrolablemente. Por supuesto, me sentí abrumado porque nunca sabemos qué bendiciones tiene Dios en el camino para nosotros y parecemos soprendidos cada vez que El llega. Pero no soy muy llorón y no pude contener las lágrimas.

La historia de Ana es solo 3 versos cortos, por lo que lo que debemos aprender de ella es distinto. Ana soportó las decepciones de la vida. Enviudó después de estar casada solo siete años, pero vivió 84 años más sin estar casada. ¡84 años! No solo eso, durante el resto de su vida permaneció viuda comprometida a servir a Dios. Durante una época en que las mujeres dependían en gran medida de un marido, la resistencia de Ana durante todos esos años no debe tomarse a la ligera. No la vemos rogando a Dios por un nuevo marido ni culpando a Dios por su corto matri-monio. A pesar de experimentar la muerte de un cónyuge, soportó la decepción y fue redimida a una larga vida productiva.

Ella también soportó el desafío de esperar a que se cumpliera la profecía. ¡Hablar de cosas que no han sucedido requiere una gran fe! Cada día, semana, mes o año que pasaba requería que Ana permaneciera enfocada en Dios. Su resistencia en la espera del cumplimiento es una característica que debemos modelar.

Ana sirvió constantemente a Dios en el templo (Lucas 2:37). Conocía la decepción, el dolor y la pérdida, ipero no se había amargado! Ella se mantuvo constante en la adoración, el ayuno y la oración. Su rutina facilitó un estilo de vida para usar su don. Ciertamente tuvo días que fueron difíciles de mantener, pero su fe le permitió permanecer consistente. Dios la estaba transformando a través de su consistencia que la llevó a su realización. Lo que Ana había profetizado durante muchos años se cumplió en su encuentro con la pequeña familia. Ella evangelizó inmediatamente a aquellos que "esperan la redención de Jerusalén" (v. 38). Como profetisa, reconoció quién era este niño y le contó Su significado! Sus acciones afirmaron Amós 3:7 (NVI): "Ciertamente el Señor Soberano no hace nada sin revelar Sus planes a Sus siervos los profetas"

A menudo en la vida, aprendemos cosas que hacen una gran diferencia en nuestras vidas, pero descuidamos compartirlas con los demás. Según Lucas 2:38, Ana, al descubrir al Mesías, no solo dio gracias a Dios, sino que "habló del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén" (NVI). ¿Te imaginas si ella se guardara esta profecía para sí misma? La maravilla de una profecía cumplida de Jesús en el Templo podría haberse perdido si ella no hubiera compartido lo que Dios le dio. ¡Dios ciertamente puede transformar nuestras decepciones en cumplimiento si somos consistentes en nuestro caminar con Él!

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